"Yaya"
Técnica: Óleo sobre tabla
Dimensiones: 90x160
Precio: Consultar Precio
Observaciones:
Nunca me ha gustado estudiar demasiado la composición que debe tener mi pintura, creo que tanto el motivo que se representa como el punto de vista desde el que se observa deben ser lo más naturales posibles para que no exista una sobreconcepción de la obra y además la obra no tenga una relación de débito con la fotografía en la que me baso para realizarla. Mi abuela lleva ya unos 5 años postrada en la cama, su cuerpo se apaga larga y silenciosamente, es duro ver como un ser al que amas se va desvaneciendo tan poco a poco, quizá sea la naturaleza misma de cualquier ser vivo en su estado más consustancial. En cada una de mis visitas era imposible no sobrecogerme con esa situación y la de quienes la rodeaban. Estuve meses rumiando la posibilidad de homenajear a la retratada y me atormentaba pensar que quizá no tendría la posibilidad de retratarla nunca si no tomaba la decisión pronto. Así que un día, con miedo, hice unas fotos rápidas para poder comenzar la obra. Esta pintura se ha convertido en una reflexión sobre el tramo final de la vida, cuya composición fue siéndome desvelada durante el proceso pictórico de la misma y cuya escena no volvió a ser la misma en las siguientes visitas que hice. Compositivamente el cuadro está claramente dividido en dos mitades determinadas por la intensidad de la luz en el encuadre: la parte iluminada a la izquierda representa lo vivo, el presente de la escena acojiendo elementos que anclan la representada a la vida (material de cuidados, oxígeno, medicamentos, etc.) mientras la mitad derecha, en oscuridad o penumbra, abraza objetos personales que ya pertenecen al pasado (recordatorios, alguna fotografía de alguien que ya no está en este mundo y de antepasados...). A su vez toda la mitad inferior está ocupada por la protagonista de la obra cuyo cuerpo transita entre los dos espacios, luz y oscuridad, lo vivido y conocido, el presente y el pasado, y lo desconocido para los que todavía estamos en este plano terrenal. Es, a mi entender, el mayor homenaje que podría hacer a mi abuela, la última de un largo linaje preocupado por mantener lo único que les pertenecía como familia y que cerrará sus puertas a la vez que ella cierre sus ojos, su hogar. Es mi manera particular de hacer que ella y toda la ascendencia que la ha precedido perduren en el tiempo más allá de mi mismo, hecho con el mayor de los respetos y el más profundo de los amores.