Adolfo Cordoba
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ADOLFO CORDOBA Y EL REALISMO
Del realismo del paisaje al realismo del bodegón. Arte realista en los comienzos del siglo XXI que se plantea aún tener cosas que decir y, por ello, reinventarse dentro de los géneros que lo encarnan. Lejos han quedado los atisbos tenebristas, luministas o vaporosos del siglo XVII. Ahora se impone a la necesaria destreza técnica, a la plástica del yo del artista en cada una de sus creaciones. Y para ello, transparencia.
Esa es una de las premisas de Adolfo Córdoba, pintor que se inscribe dentro de la más pura tradición realista española, conjugando elementos tomados de la naturaleza con otros inventados por el hombre.
Así, desarrolla naturalezas muertas en las que indaga la relación de las figuras con el fondo. Éste se encuentra animado por el color, por las pinceladas que describen hermosos timbres cromáticos con que resaltar la belleza del motivo principal representado. Una rama de nísperos, de flores de almendro, de brevas o rosas se esencializan así, como verdaderos sujetos de la narración plástica.
Por ello, en ocasiones opta por no establecer relación naturista alguna en cuanto al espacio. Si acaso una breve y perfectamente bien construida sombra nos ayuda a matizar los volúmenes de lo pintado. Pero al mismo tiempo, con éste recurso nos recuerda la propia naturaleza de cada lienzo, su delimitación dentro de la plástica, su condición de Pintura con mayúsculas.
Y es que no se imita la Naturaleza, se la reinterpreta, se busca dignificarla. Así, en sus marinas resulta de extraordinaria calidad el tratamiento de la espuma, de cada una de las rocas e incluso de la propia atmósfera. Ésta, a modo de bruma, parece interponerse a lo representado. La calidad de sus texturas, siempre brillantes y definidas, la nitidez de su línea por medio de un dibujo muy cuidado no pierde un ápice de autenticidad y marca el estilo en cada uno de sus cuadros.
Adolfo Córdoba es un maestro en el tratamiento de las calidades de los objetos, especialmente de los paños. Asemejados a telas de holanda nos recuerdan a maestros de otro tiempo, nos hacen pensar en la Edad de Oro de la historia de la pintura española. Nada es accesorio, nada redunda en lo ya contado. Cada cuadro de este pintor es una declaración de intenciones sobre su modo y manera de pintar a día de hoy.
Sela del Pozo Coll
El punto de las Artes. Madrid.